Sea el horizonte cifra de lo vertical,
de lo extenso que no termina: el plano
apenas inclinado de lo indefinido,
no de lo infinito--que no existe,
por inconcebible, aunque lo nombre
el verbo, hábil instrumento de lo engañoso.
La vertical, por su parte, no es más
que una apariencia, un ideal alzado
cielo arriba: Torre de Babel que el dios
demuele, faro que la niebla opaca
y enmudece. Falsa virtud de lo elevado.
Solo el suicida sabe de lo alto
del acantilado, de lo vertical del salto
y la caída: del imposible vuelo
de un Ícaro de alas rotas, derrotado,
horizontal, supino, ciega la mirada
vertical, contemplando el cielo.
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