Exiliados del mar
vivimos largos años
en la ciudad monstruosa
odiando-amando su engranaje de rabia,
el pulso deslumbrante,
la entraña temblorosa
abolición de ríos,
tentáculos oscuros de cemento
dejamos una puerta abierta
a los recuerdos,
desvelada en medio de las sombras,
robada al aire sucio del concreto
porque teníamos
el corazón lleno de sal,
de arena,
de veleros,
y con sólo cerrar los ojos
en cualquier sitio
donde el sol se acostaba,
el mar fluía,
entraba en nuestra casa
como un gato
recién recuperado,
después de una parranda
de mil días.
De El enemigo entrañable y otros poemas (Libros del Pípila. Impulsora cultural Benjamín Franklin, A.C., Tampico, 2013).de Luisa Govela
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